INICIATIVA YA LIBERÓ UNOS 28 EJEMPLARESS DE ESTA ESPECIE EN HEREDIA
Anfibio, endémico de Costa Rica, es nocturno y vive e los árboles
Tiene ojos negros con naranja y franjas azules en los costados del cuerpo
Científicos del Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) lograron reproducir en sus instalaciones una de las especies de ranas arbóreas de mayor peligro de extinción del país, un logro que al largo plazo podría salvar a esta especie de su desaparición.
La información la revelaron los científicos Armando Soto Solís y Alexánder Barrientos.
El anfibio en cuestión es el Agalychnis annae , especie nativa de aquí y que destaca por sus ojos negros con naranja y piel verde limón –con delgadas franjas azules en los costados del vientre–.
Esta es una rana nocturna que puede llegar a medir hasta ocho centímetros de largo y se alimenta de insectos y hojas.
“En INBio estamos muy contentos de haber logrado la reproducción de esta especie de rana. Sabemos que en su hábitat natural ella está enfrentándose a momentos muy difíciles”, manifestó el científico Soto.
Hace unos 20 años, estas ranas eran muy comunes en todo el Valle Central y las cordilleras de Tilarán y de Talamanca. Sin embargo, estudios alertaron que desde 1990 la población de esta especie se redujo en un 50%, y apenas sobreviven unos ejemplares en cafetales y jardines de San José.
“Conociendo lo debilitada que está esta especie nos sentimos muy orgullosos del aporte que pueda tener este proyecto del INBio”, expresó Rodrigo Gámez, presidente del INBio.
En el INBio, en Santo Domingo de Heredia, ya han nacido unos 100 renacuajos y 28 crías de ranas de esta especie, precisaron los especialistas. El jueves anterior se liberaron los últimos ejemplares en un estanque preparado por el INBio para este fin.
¿Cómo lo hicieron? Los científicos reconocen que la institución no planeaba “cultivar” anfibios “ex situ” y que todo surgió como reacción a una donación de ranas que el INBio recibió hace unos años.
En el 2007, algunos niños y adultos de San José hallaron seis ranitas de esta especie en edificios y casas sin vegetación alguna para permitirles sobrevivir. En un intento por salvar estos animales, los donaron las ranas al INBio.
“Ahí empezó todo”, dijo Soto. “Desde que estas ranas llegaron se trató de utilizar la información científica que se conocía de ellas en estado silvestre para reproducirles sus condiciones naturales para que estuvieran muy a gusto”.
Barrientos explica que lo primero que el INBio hizo fue crear un pequeño bosque tropical húmedo artificial adentro de una vitrina de dos metros de largo por dos metros de ancho y un metro de fondo. Esta vitrina es parte del recorrido actual de INBioparque.
Para recrear este bosque ficticio, los científicos colocaron en la vitrina unas siete diferentes especies de plantas con hojas muy grandes –como la platanilla– e instalaron una especie de riachuelo artificial y hasta paredes “lloronas”. También se puso un nebulizador que todas las mañanas rocía agua en el sitio y mantiene la humedad.
“Diariamente se hicieron variaciones mínimas para ver si lográbamos ajustar el ecosistema al óptimo para los animales. Se jugó con la cantidad de luz y de humedad, con la colocación de vegetación y con la cantidad de esta, entre otras cosas”, explicó Soto.
Hace unos tres meses y a una temperatura que ronda los 26° Celsius, y con una humedad que supera el 60%, fue cuando los primeros animales de esta especie comenzaron a poner sus huevos.
Esta especie se caracteriza por colocar sus huevos debajo de la punta de las hojas más grandes. Estos huevos tienen una apariencia como de fresco de chan, pues consisten en una masa gelatinosa con unos 100 huevos.
En el momento del desove, los científicos extrajeron las hojas con huevos de la vitrina y las trasladaron a un laboratorio.
“En una pecera improvisada se puso la hoja con huevos a cierta altura del agua y se esperó que el ciclo reproductivo siguiera su ciclo y así fue”, agregó Barrientos.
Durante una semana, los huevecillos fueron tomando forma de renacuajos y poco a poco estos fueron cayendo al agua, donde duraron unos 60 días más para convertirse en ranitas.
El paso de renacuajos a ranitas fue seguido de cerca por los especialistas, quienes alimentaron a los animalitos con insectos vivos, hojas en descomposición, troncos húmedos, alimentos para perro granulado, hojuelas para peces y tortugas. Cada día y medio también se les cambió el agua.
Los expertos dicen que seguirán trabajando en la reproducción de esta especie y evalúan la posibilidad de realizar un cultivo de otras especies de anfibios en peligro de extinción.
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