Publicado el 17-09-2009 , por G. Escribano
Tomado de: http://www.expansion.com/2009/09/17/opinion/llave-online/1253214693.htmlLa construcción y el diseño sostenibles avanzan a buen ritmo gracias a esta máxima: un edificio verde no sólo es más respetuoso con el medio ambiente y atractivo para los que trabajan en él, sino que trae consigo grandes ahorros en las facturas mensuales del agua, la luz o el gas.
La resistencia que las empresas españolas ofrecían a la inversión adicional que requiere una oficina verde ya se ha roto a pesar de la crisis. Un ejemplo es la reforma que CB Richard Ellis ha llevado a cabo en sus oficinas de la planta 24 de la Torre Picasso de Madrid: ha reducido el consumo energético hasta un 33% y ha rentabilizado la inversión en 5 meses.
No en vano, ha sido la primera empresa en España en hacerse con la certificación verde Leed del Consejo de Construcción Verde en Estados Unidos (Usgbc), el reconocido órgano evaluador de arquitectura verde.
Sin embargo, hasta ahora, sólo se han subido al carro sostenible las grandes multinacionales como BBVA, con el Proyecto Arte; Abengoa en el Centro Tecnológico Palmas Altas (proyectado por Richard Rogers); Metrovacesa en el Alvento Business Park; o la Torre Iberdrola, en Bilbao. El camino para las pymes todavía es pedregoso por los requisitos de financiación, pero todo es empezar.
De cualquier manera, la demanda de esta clase de construcciones está en alza y la explicación es sencilla: “La energía representa el 40% de los gastos operativos de un edificio de oficinas. Si consigues reducir el consumo, estás ahorrando una buena cantidad mensual”, explica David Lázaro, director de Energía y Sostenibilidad de CB Richard Ellis.
El problema es que una edificación verde requiere una inversión extra de entre un 5% y un 7,5%. “Es fácil rentabilizar este esfuerzo adicional, que, además, irá reduciéndose con el tiempo. Cuando exista un mercado estable de construcción verde, los costes se habrán equiparado a los de la edificación tradicional. El ejemplo es Estados Unidos, que con las medidas del Usgbc, ha creado un mercado maduro en tres años”, cuenta Lázaro.
El método de esta institución es sencillo: incentivar con certificados las prácticas verdes para que las empresas las persigan y las implanten en sus oficinas. Una vez captado este interés por lo sostenible, son las compañías las que demandan los servicios asociados a la defensa del medio ambiente, las buenas prácticas de RSC y el ahorro de costes.
Y siempre que hay demanda, aparece la oferta: materiales reciclados para las paredes y los suelos, mobiliario elaborado con madera certificada, iluminación Led, sistemas de regulación de temperatura con detección de presencia, métodos de ahorro de agua, filtrado de aire y un largo etcétera. La creación de un nuevo mercado es, además, una buena manera de hacer frente a la crisis.
El método del Usgbc incluye la certificación Leed (The Leadership in Energy and Environmental Design o Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental). Este baremo mide lo sostenible que es un edificio en base a cinco factores: “La localización y sus accesos; el consumo de agua; la energía que gasta y la atmósfera; los materiales y recursos utilizados; y la calidad ambiental del interior”, asegura Lázaro.
Ejemplo
El ejemplo de ahorro energético y calidad ambiental que ha puesto en marcha CB Richard Ellis es un sistema que detecta la presencia de personas en la oficina y, en función de la densidad y el lugar en el que están, regula la ventilación, la temperatura o la iluminación.
Al margen de estas medidas en su entorno laboral, la firma también ha asesorado a otras compañías en su aventura sostenible, como el desarrollo de las oficinas de Nokia en París o el nuevo edificio corporativo de BBVA.
El deseo de ser percibido como verde influye cada vez más en el comportamiento de las grandes empresas. Mientras algunas compañías se apuntan a las ventajas sociales y de márketing en la ocupación de un edificio ecológico, al final, los inversores adoptarán las prácticas sostenibles sólo si tienen un sentido económico.
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